Tendencias de paz a largo plazo en México

Desde 2015, la paz en México se ha deteriorado en un 17.1%. Como se muestra en la figura a continuación, el deterioro general ocurrió entre 2015 y 2019, con pequeñas mejoras registradas en los últimos dos años, incluida una mejora del 0.2 % en 2021. Los impulsores detrás de este cambio en los últimos dos años son diversos, pero su análisis resulta fundamental para entender el camino de México hacia la paz en un entorno postpandemia.

Fundamentalmente, el cambio de los últimos dos años puede vincularse a reducciones generalizadas en homicidios y violencia armada. Desde que alcanzó su punto máximo en 2019, la tasa de homicidios de México ha mejorado en un 5.6%, con 21 estados mejorando. Sin embargo, las mejoras de los últimos dos años han sido menores en comparación con los deterioros experimentados en años previos.

Entre 2015 y 2019, el deterioro de la paz se debió principalmente al deterioro de los indicadores de homicidios y delitos con armas de fuego. Los delitos con armas de fuego registraron el mayor deterioro de todos los indicadores del IPM, con un aumento de su tasa del 77.9%. Como reflejo de este aumento en la violencia armada, la proporción de homicidios cometidos con arma de fuego aumentó del 57.4% en 2015 al 68% en 2021. Durante el mismo período, la proporción de homicidios de hombres cometidos con arma de fuego aumentó del 60.9 % al 71.3%, mientras que la proporción de homicidios de mujeres con armas de fuego aumentó de 37.8% a 56.8%. Este último punto es significativo porque implica que, en los últimos siete años, las armas de fuego se han convertido en el principal medio para asesinar mujeres en México.

En general, la tasa de homicidios ha aumentado un 76.3% desde 2015. México ha registrado más de 34,000 homicidios en cada uno de los últimos cuatro años, y la tasa de homicidios del país de 26.6 muertes por cada 100.000 habitantes es la octava tasa más alta del mundo.

Aumento de la concentración geográfica de la violencia

En los últimos dos años, más estados mejoraron que los que empeoraron, y 2021 fue testigo del mayor número de estados que mejoraron en los últimos siete años, como se muestra en la figura a continuación. A pesar de que la gran mayoría de los estados mejoraron en paz en 2021, el puntaje de paz nacional experimentó solo una mejora marginal. Esto refleja el grado en que los deterioros en una minoría de estados están impulsando los elevados niveles generales de violencia en México.

Al igual que en 2020, solo seis estados (Guanajuato, Baja California, Estado de México, Michoacán, Chihuahua y Jalisco) concentraron aproximadamente la mitad de todos los homicidios. Como reflejo de la importante divergencia en los niveles de violencia en todo el país, la tasa promedio de homicidios en los cinco estados menos pacíficos de México fue de 73 por cada 100,000 habitantes, en comparación con 8.2 por cada 100,000 habitantes en los cinco estados más pacíficos.

El impacto del COVID-19

Las mejoras recientes también han coincidido con las medidas de salud pública y las órdenes de quedarse en casa implementadas en respuesta a la pandemia de COVID-19, con una gran reducción en los delitos oportunistas registrados en 2020. Estas medidas redujeron significativamente la movilidad y, por lo tanto, redujeron las oportunidades de los grupos delictivos de atacar a las víctimas en público. Como tal, los delitos típicamente asociados con los movimientos cotidianos de las personas, como robos, asaltos, secuestros y extorsiones, experimentaron reducciones notables en 2020. Sin embargo, a medida que se levantaron las medidas y se reanudaron las actividades normales, muchos de estos han repuntado a niveles previos a la pandemia en 2021.

Por el contrario, tipos específicos de violencia interpersonal, como la violencia familiar y la agresión sexual, aumentaron durante la pandemia. En el caso de la violencia familiar, las investigaciones indican que las órdenes de quedarse en casa pueden haber reducido la voluntad y la capacidad de las víctimas para denunciar las agresiones. Por ejemplo, en la Ciudad de México, mientras que los casos reportados de violencia familiar cayeron en abril de 2020, el primer mes completo de medidas de confinamiento, hubo un aumento en el número de llamadas de violencia familiar a la línea directa de emergencia para mujeres de la ciudad. Aunque los informes oficiales disminuyeron durante los primeros meses de aislamiento, a fines de 2020 las tasas de violencia familiar y agresión sexual habían regresado a los niveles previos a la pandemia, y en 2021 ambos indicadores registraron fuertes aumentos.

Perspectivas de paz en México

En línea con los fuertes aumentos de la violencia, la resiliencia socioeconómica de México, medida por la Paz Positiva, se ha deteriorado un 1.1 % desde 2009. Los mayores deterioros se registraron en los pilares de Buen Funcionamiento del Gobierno, Bajos Niveles de Corrupción y Buenas Relaciones con los Vecinos. La investigación del IEP también encontró que, a nivel estatal, la corrupción y la ineficacia administrativa permiten el crimen y la violencia a través de la mala asignación de fondos que, de otro modo, podrían haberse dedicado a la seguridad pública. La falta de derechos políticos y libertades civiles también muestra una asociación con mayores niveles de violencia y delincuencia.

Sin embargo, México ocupa el puesto 76 de 163 países en el Índice de Paz Positiva, en contraste con su posición 140 en el Índice de Paz Global, lo que significa que, a pesar de la crisis de seguridad pública, México sí cuenta con las condiciones sociales que le permitirían aspirar a una paz más sostenible.

Las estrategias efectivas de construcción de paz deberán considerar múltiples dinámicas e interacciones, y los Pilares de paz positiva brindan una perspectiva sistémica para analizar los problemas sociales que enfrenta el país. Combatir la corrupción y las ineficiencias en las empresas, el gobierno y otras instituciones no solo reduciría la impunidad y el crimen, sino que también liberaría fondos y recursos para inversiones muy necesarias. Además, identificar y replicar casos exitosos de programas de construcción de paz y resiliencia podría llevar a México a un ciclo virtuoso hacia niveles más altos de paz.